De lo viejo y de lo inédito

De repente...un rincón para escribir y publicar, lo nuevo y lo viejo

miércoles, 24 de febrero de 2010

Haciendo amigos

En anteriores capítulos (bueno, columnas, pero me apetecía utilizar esa frase de las series de la tele) quedó claro que pertenezco a la generación de Barrio Sésamo, afortunada generación, sinceramente. Pues bien, voy a aplicar un recurso que aprendí en dicho programa infantil. La diferencia. Sí, la diferencia entre arriba y abajo; la diferencia entre aquí y allí; la diferencia entre derecha e izquierda (este capítulo me lo perdí y me acuerdo mucho cuando voy conduciendo…).
Pues hoy vamos a ver la diferencia entre ir haciendo amigos, e ir haciendo amigos. Sí, hay muchas formas y unas están mal, y las otras, bien.
Para esto voy a servirme de una anécdota vivida estos días de medievales, y de Mari Cruz, siempre desde el respeto. Espero que no le importe.
Al tomate. El sábado habíamos quedado unos amigos en la plaza de San Juan, para tomar un aperitivo. Al llegar, muy lejos de lo que acostumbra a hacer Mari Cruz, me dio un recibimiento muy efusivo, con alfombra roja. Me sentí abrumada. Fue un saludo emotivo. Cariñosos. Quizá porque llevaba ya armonía en su cuerpo…¡Qué besos me arreó!. Y claro, yo agradecida, por supuesto, aunque algo fuera de juego, igual que el resto de los presentes. Normalmente es más…¿discreta?
Pero así, sí. Esto es ir haciendo amigos bien, pero que muy bien, desde el cariño.
Y ahora, gracias a la gala de Eurovisión del lunes, veremos la forma errónea de ir haciendo amigos.
Un tal Cobra, que aún no sé cómo, pero que llegó a la final, la montó en la gala en la que se elegía la canción y el intérprete que nos representará en Eurovisión 2010 y se fue a casa más ancho que largo. El joven, que digo yo que alguien le habría votado (amigos, familia y algún desgraciado), no estuvo del todo de acuerdo con lo que le gritaba el público. Chico, para gustos los colores. Pero muy correcto, como respuesta, el tal Cobra (el nombre ya dice mucho) se llevó las manos a sus partes nobles como regalo a los asistentes. Sí señor. Así, no. Esto es ir haciendo amigos mal, pero que muy mal…¿Ha quedado clara la diferencia?
Por cierto, y bajo su responsabilidad, la canción que presentó este joven no hay por dónde pillarla…Pueden escucharla.

Columna publicada en Diario de Teruel el 24 de febrero de 2010

jueves, 18 de febrero de 2010

He batido el record

Ha sido cuestión de mala suerte, de mala sombra. De no ser el momento adecuado, aunque sí el lugar idóneo, porque en otro sitio tampoco hubiera sido posible. De no saber con quién estaba. Bueno, en realidad sí que lo sabía, pero no he podido esperar… Después de varias semanas dale que te pego, por fin ayer logré la victoria. Por fin superé mi propio record y, hay que joderse, pero estaba sola. No pude celebrarlo con nadie, bueno, con Jazz, pero aunque yo le reconozca una inteligencia superior a la normal en el mundo animal, es un gato, y esto de los videojuegos todavía no lo domina.
Batí mi record en un juego al que recientemente me he enganchado. Esto es algo que me ruboriza un poco porque jamás me han gustado los videojuegos y además, he criticado duramente a los que lo hacían. Pero creo que la explicación a este nuevo comportamiento es porque estoy sufriendo una extraña metamorfosis que me está devolviendo a la adolescencia (la edad del pavo, la época de nuestra vida en la que estamos dominados por la tontería más aguda).
Pues eso, que para una vez que hago algo grande, que dejo el pabellón bien alto, no hay nadie para verlo, para reconocerme el mérito. Eso sí, cada vez que he hecho algo ridículo, vergonzoso o absurdo, tengo el auditorio a rebosar. O cada vez que no he sabido hacer algo, lo mismo, hago la risa delante de todo ‘pichipata’.
Mis amigas del colegio, Natalia y Begoña (estamos hablando de cuando sólo existía TVE y por las tardes veíamos Barrio Sésamo con la gallina Caponata) aún me recuerdan cuando me caí en la acequia del barrio. Vamos, como sí yo hubiera sido la única en el mundo que se cae en una acequia al intentar cruzarla. Lo que le gusta a la gente sacar trapos sucios, ¿eh? No sé por qué siguen siendo mis amigas…
Y también les encanta rememorar cuando, imitando a nuestros ídolos del rock, me cargué la puerta de mi armario. Literalmente, mi ropero se quedó tuerto. Da lo mismo, no quieran saber cómo.
Cómo me alegro de que entonces no existiera You Tube…
Siempre me queda el consuelo de que la victoria de ayer la tendrá muy en cuenta Gloria, a la que le estoy pisando los talones. ¡Tiembla, Gloria, que estoy muy cerca!. Bueno, aún a unos 12.000 puntos…


Columna publicada en Diario de Teruel el 17 de febrero de 2010

miércoles, 17 de febrero de 2010

Terror en el hipermercado

Centro comercial Gran Casa. Zaragoza. 21:00 P.M.
Después de realizar todas las compras que necesitaba mi amiga Begoña en una gran superficie dedicada al deporte, encontrarnos con Carlos, un amigo, y charrar hasta por los codos, pagamos y nos fuimos al coche.

Aparcamiento centro comercial. Zaragoza. 21:10 P.M.
Una vez validado el ticket para poder salir del aparcamiento, nos dirigimos al vehículo, estacionado cerca de una de las puertas de acceso al centro comercial. El coche, un Seat X (no recuerdo el modelo concreto), gris metalizado de cinco puertas. Abrimos el maletero para extraer los abrigos y depositar las compras realizadas momentos antes. Y...golpazo que te vas contra la puerta abierta del maletero. Embestí el coche, sin compasión, con la cabeza. Empieza a aparecer en mi frente un bulto más conocido como bollo del 15. A partir de allí, se desencadenaron una serie de despropósitos que no pudimos controlar.

Interior del vehículo. Aparcamiento Gran Casa. Zaragoza. 21:20 P.M.
Begoña repara en la ausencia de su móvil. Ni en el bolso, ni en la chaqueta, ni en el asiento...Estará en la tienda, concretamente en los probadores.

Tienda de deportes. CC Gran Casa. Zaragoza. 21:25 P.M.
Recorremos todos los pasillos. Preguntamos por el móvil al de seguridad, a todos los dependientes, incluso al que nos atendió, que además era muy mono y muy simpático (aunque estuvo todo el tiempo tratándonos de usted, y nosotras estamos en una edad muy mala para ese tratamiento), a los clientes que estaban en los probadores. Sin embargo, en los probadores ni rastro...Nada. Cuando el dependiente mono y simpático opinó con una seguridad aplastante que el móvil estaba en el coche, nos dirigimos sin dilación hacia allí de nuevo. ´

Interior del vehículo Seat en el parquín Gran Casa. Zaragoza. 21:40 P.M.
Debajo de los abrigos, allí estaba el móvil. Emoción. Abrazos. Risas. Y subimos a la tienda de deportes. Había que comunicarle al dependiente mono y simpático que tenía razón. Había que decirle a la de información que ya lo habíamos encontrado, que no se preocupasen. Es que logramos que todos se embarcaran en la infructuosa búsqueda.

Aparcamiento del CC Gran Casa. Zaragoza. 21:50 P.M.
El vehículo Seat estaba con una de las puertas abierta de par en par. Con dos narices!! Llevadas por la emoción nos habíamos ido, sin mirar atrás, sin percibir tal descuido.
¿Podía pasar algo más? Sí, y pasó.
Desde la validación del ticket para salir hasta la salida real del aparcamiento habían pasado más de 10 minutos, pero hicimos cola...y el aparatito nos mandó a pasar por caja.
Hay días que es mejor quedarse en casa. ¿Sí o no?

martes, 16 de febrero de 2010

Aquellos maravillosos año

Mientras estaba redactando la columna para Diario de Teruel, me ha llamado Begoña, una de mis amigas, y al comentarle el tema del escrito de esta semana, hemos empezado a recordar cómo era el patio de nuestro colegio y lo bien que nos lo pasábamos. Pero, ¡era un auténtico campo de minas! O ahora protegen muchos a los niños, o antes eran unos suicidas. Nos hemos reído de cómo las canastas estaban ancladas al suelo gracias a dos bloques de hormigón. ¡Pa' habernos matado'. Y las porterías, oxidadas y sin estar fijas en el suelo. Otro riesgo, para los pequeños inconscientes que, si además eras algo torpe, tenías todos los boletos para sufrir algún percance.
¿Y los columpios? A nosotras particularmente no nos sacaban de allí. Estaban colocados sobre una pequeña explanada de piedras y tierra (muy alejada del concepto de parque infantil de hoy) que, cuando llovía, era una suerte de embalse. Pero nos encantaba pasar las horas subidas en el 'laberinto', que no era más que un montón de barras de hierro de colores, y que además estaba muy deteriorado.También lo pasábamos 'Pokemón' colgadas en la media luna, boca abajo, cual jamón en un secadero, a riesgo de golpearnos la cabeza contra el empedrado...Pero nunca vimos ese riesgo. Y nunca nos pasó nada...Creo.
Aquellos si que eran maravillosos años.
Ahora hasta los balones, por lo visto, tienen una dureza X para que los niños no se hagan daño... Pues nosotras jugábamos al béisbol (bueno, es un decir) con una pelota fabricada con el papel de Albal de los bocadillos de todas y de toda la semana. Era una piedra, era más dura esa pelota que los pies de Cristo. Ah! Nos poníamos nuestros guantes de lana para evitar que nos hiciese tanto daño...porque lo que es un bate, no teníamos.
Animalicos...

domingo, 14 de febrero de 2010

San Valentín

La entrada de hoy rima con la anterior, San Valentín con calcetín...Y sin querer hemos hecho un pareado. 
Y es que, de repente, hoy es San Valentín, y no saben ustedes la carga emocional que tiene pasar un día como hoy en Teruel, al menos para mí.
No voy a escribir sobre el amor, eso os lo dejo a vosotros...

   





Imagen de la Escalinata de Teruel con los Amantes
Foto: Maribel Castro


viernes, 12 de febrero de 2010

Un tomate en el calcetín

Se están perdiendo las buenas costumbres, las buenas artes y con ellas la tradición y el saber hacer. Esto es una reflexión de a qué nos está llevando la modernidad, el despilfarro, la falta de interés, no sé.
Un día, te vistes y en tu calcetín (o en los dos, poniendo ya el asunto más duro) tienes un tomate. ¡Noooooooooo! El dedo gordo te saluda y tú lo miras como si fuera la primera vez que lo ves. Y ahora, ¿qué? Pues ahora nada. Antes, ese calcetín hubiera pasado por las manos de una delicada costurera que lo hubiera zurcido. Ahora, ese calcetín pasa a mejor vida, a la basura y punto. Y si es un calcetín normal, pues vale, pero, ¿qué ocurre cuando se trata de tu calcetín preferido, ese al que quieres como a tu alma, ese que te ha dado buena suerte en exámenes y citas?
Aún recuerdo el día en el que me tuve que deshacer de mis calcetines preferidos. Eran naranjas, de lana, muy gordos y con unos osos en la parte exterior (esto es por facilitar que puedas andar). Eran los ideales para ir descalza por casa. ¡Qué tristeza! Pero como no se zurcir, pues a la basura con los calcetines….
Hay que recuperar las tradiciones, he dicho.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Las chicas de oro

El pasado viernes me fui a celebrar Santa Águeda con las chicas de oro. Sí, ya sé que esta afirmación dicha así puede dejar bloqueado a más de uno, pero es cierta de principio a fin.
Vamos a analizar el contenido de este enunciado.
En primer lugar, el viernes pasado era Santa Águeda. Todos los 5 de febrero es Santa Águeda y no voy a ser yo quien ahora le ponga pegas al santoral o pretenda cambiarlo. Era viernes y era Santa Águeda, coincidían, ya está. Hasta aquí, creo que logramos entender ya la mitad de la oración.
Ahora el verbo celebrar. Quizá celebrar no sea lo más apropiado para explicar que aprovechando que mi madre y unas amigas suyas salían a comer (porque era Santa Águeda, vuelvo a recordar), me fui con ellas. ¿Sería más apropiado utilizar el verbo salir o comer? No sé, sólo es una pregunta retórica que me viene que ni pintada para proseguir la aclaración.
Finalmente, vamos con la última parte de la oración, las chicas de oro. Sí, ya sé que muchos recuerdan la serie de televisión, yo más que recordarla, la viví. No sé qué me ocurre pero lo cierto es que mi vida va saltando de telecomedia en telecomedia.
De sexo en Nueva York a Las Chicas de Oro en 0,2. Como la aceleración de un buen coche, ¿si o no?.
Pero eran tan reales. Eran cuatro, como las chicas de oro de verdad (bueno, las de ficción, las de la tele, me refiero). Estaba la más mayor de ellas (Sofía), que si bien no tenía el pelo blanco, sí llevaba gafas. También había una coqueta como Blanche, después mi madre, que era la más joven de todas ellas con lo cual, aunque no se le parecía en nada, le tocaba ser Dorothy, la hija de Sofía, y finalmente la ingenua, que no era tan ingenua como Rose, pero por descarte, es lo que hay.
Las miraba de lejos y realmente me sentía encerrada viendo la comedia de situación como si estuviera en el plató.Recapitulando todo el análisis. Era viernes, día 5 de febrero, Santa Águeda, y no saben cuántas chicas de oro, además de las ‘mías’ había celebrando por ahí el día de la mujer, y todas desatadas.

martes, 9 de febrero de 2010

Jazz está estresado

Tengo al gato estresado. Está bajo de ánimo. Lo veo apagado, sin ganas de jugar, ni de comer. Está triste porque el domingo le invadieron su territorio. Violaron su intimidad y su tranquilidad. Acostumbrado a ir de la cama al sofá y del sofá a la cama (sí, sí, como el anuncio de Ikea), y otra vez al sofá, desde el fin de semana ya no es el mismo.
El domingo, como hago una vez al año (porque a generosa no me gana nadie), invité a mi familia a comer por mi cumpleaños. Claro, somos familia numerosa y además, ya ha crecido con mi sobrino, mi pequeña casa parecía el camarote de los hermanos Marx. Salía gente por todas partes.
Pues bien, está comida anual es como jugar al tetris. Hay que acomodar a más de 10 personas en una casa de menos de 50 metros cuadrados. Ponte tú aquí para poner yo esto allí…Es un ir y venir de sillas y personas. Y en medio de este alboroto, Jazz. Él estaba en el dormitorio, pero claro, había que dejar los abrigos en algún sitio. Por eso, cada vez que alguno de los miembros de mi familia entraba a dejar el abrigo, el bolso o la bufanda, Jazz les saludaba con unos extraños sonidos guturales que eran de todo menos amistosos. Y les enseñaba los dientes como diciendo “un paso más y serás historia”.
Estaba agotada. Entre sentar a todos en un sitio lo más cómodo posible y acompañar a la gente a por el móvil al bolso, a por pañuelos de papel, o cualquier otra cosa que estuviera en el dormitorio para que Jazz no les atacase, acabé hasta más arriba del moño.
Y en medio de todo este follón, mi sobrino. La criatura tiene 6 años, y encerrado en una casa, parece que se multiplique por 10. Veía sobrino en todos lados. ¡Qué energía! Menos mal que donde estaba el gato, se abstenía de entrar, e incluso de pasar por la puerta, porque desde dentro del dormitorio, el gato le profería su particular saludo de gruñidos y gritos.
Está claro, desde el domingo Jazz no es el mismo…Demasiada gente a la que tener a raya.

Columna publicada en Diario de Teruel el 13 de enero de 2010

lunes, 8 de febrero de 2010

Un cumpleaños cualquiera

Como nunca había podido ir a un tapersex, pues me propuse organizarlo yo misma. Así, a lo grande. Y es que las cosas, o se hacen bien, o no se hacen. Como iba a celebrar mi cumpleaños y lo de la fiestas de disfraces ya me parecía mucho pedir a mis invitados que iban a tener que soportar una fiesta ‘remember’. No por la música, no, sino porque iba a dar bocadillos de pan Bimbo de chorizo y de Nocilla (estos para el postre) aunque faltaron los Sugus, pero como les han cambiado el envoltorio, los descarté.
Describiendo así la fiesta de cumpleaños, el tapersex estaba un poco como metido con calzador, ¿verdad? pero fue divertido jugar a ser Lorena Berdún. Antes de empezar la ‘merendola’ de pan de molde y refrescos de cola había como tensión en el ambiente, pero sin el como. No se hablaba de nada en concreto. Algún “a ver qué pasa”, o “a ver qué es esto”, se perdía en lontananza. Todas teníamos (estoy convencida) la misma sensación que cuando tienes que pasar por una calle en la que hay un sexshop, y además, sabes dónde está, e incluso conoces la altura exacta en la que se encuentra el porno-local, porque siempre al llegar a este punto de la vía, pasas mirando al suelo, y aceleras el paso. Pero qué nos pasa. Estamos tontos. Igual pensamos que de allí puede salir el Cobrador del Frac o qué.
Al asunto, que Millán tenía curiosidad de saber cómo fue la reunión femenina. Pues eso, nuestra Lorena Berdún particular (simpatiquísima, de verdad) desplegó una percha en la que colgó diferentes conjuntitos de ropa interior, todos monísimos, a los que dejamos de prestar atención cuando, sobre un mantelito rosa, empezó a colocar todo tipo de artículos y juguetes eróticos. ¡Madre del amor hermoso!
Y la Berdún empezó a explicar para qué servía esto, lo otro, lo de más allá y cómo, cuando y con quién utilizarlo. ¡Fue un verdadero master ‘del universo’! Y yo perdiendo dos años de mi adolescencia en un curso extraescolar sobre sexualidad…para qué, si después la vida es de otra forma. Allí estaba el sexólogo, majísimo por otro lado, explicándonos algo sobre una mandarina y sus gajos, diciéndonos que tienes que prestarles atención a todos de la misma forma. Es de lo único que me acuerdo. ¡Para qué! Que igual tenía su utilidad eso de la mandarina, pero yo aún no se la he encontrado, y a todo lo que nos enseñó nuestra Lorena Berdún se la encontramos en un santiamén. Lo que es la industria del juguete erótico.

domingo, 7 de febrero de 2010

Con el mono acuestas

Me apetecía hablar de la fiesta de cumpleaños que organicé este pasado fin de semana con tapersex incluido. Divertidísima. Pero como estoy en terapia para abandonar el dichoso hábito de fumar, he optado por cambiar el tema. Ya lo siento, de verdad, pero necesito hablar de mi problema.
Desde el domingo (hace hoy 3 días, cuando salga la columna en publicada en Diario de Teruel llevaré ya 4) estoy dejando de fumar. Y qué largos son estos días…estoy segura que tienen más de 24 horas.
No sabía lo duro que podía ser porque no lo había intentado nunca. Ni es serio ni en broma, nunca. Y algún pitillo ha caído. ¡Y me siento fatal!
No tengo fuerza de voluntad, pero es que ahora todo me recuerda al tabaco. Justo ahora, en las noticias, lo más importante es la nueva Ley Antitabaco con la que no se va a permitir fumar en ningún establecimiento. Y venga tertulias, y venga reportajes…Así no me ayudan nada. No hago más que ver a gente echando humo por la boca.
Así que yo misma, con estas manitas, he optado por cambiar alguna de mis rutinas para evitar los cigarros sin sentido (ya sé que todos son sin sentido, pero algunos se pueden llegar a justificar, ¿no?). En la parada del bus. Ahora he decidido ir en bicicleta o andando. Dos cigarros que ya no echo de menos…y que piernas se me van a poner. El café de media mañana, lo he cambiado por un zumo de naranja natural o comer mandarinas, lo que supone otros dos cigarros menos. Ver la televisión por la noche. La opción es dormirme a las diez y media de la noche. Cinco o seis cigarros menos, y además, ya que tengo que llevar el mono a cuestas, voy mucho más descansada.
El problema es que como dormir es lo que me resulta más efectivo, duermo a media mañana, después de comer, por la tarde…Pero oye, ni ojeras ni bolsas debajo de los ojos, pero con una ansia que puede conmigo.
Ayer, para evitar dormir hasta la hora de la cena, me fui a un centro comercial (libre de humos) pero cuando empecé a subirme por las paredes porque las ganas de inhalar nicotina me mataban, atraqué una tienda de frutos secos. Bolsa de patatas, cortezas de cerdo, tres clases de chupachups, y piruletas…Ya no voy a oler a tabaco, sino a chuches y cítricos (con lo que odio el olor a mandarina).